Entonces había un salario para quien pudiera vencer el miedo y lograr mortales objetivos. Habría un precio por ese inmenso esfuerzo contra el miedo y para lograr salir de las penalidades y miserias que les toca padecer a aquellos 4 hombres que un destino colocó en aquella terrible aventura que Henri George Clouzot llevó a la pantalla en los 50.
En el autori-totalitarismo que nosotros padecemos el miedo tiene un crecimiento sin precedentes. Con el agravante de que aquí, hasta ahora, no abundan los aventureros dispuestos a darlo todo para vencer el miedo y derrotar a quienes hunden cada vez más a este ex-país hasta el punto de ponerlo en el lugar de la máxima destrucción. Una maquinaria de corte fascista está sembrando el miedo en lo más profundo de los seres. En la conducta de todos. La cotidianidad. Es el instrumento de control.
Y no falta, sin embargo, el continuado discurso sobre la supuesta democracia. Pero el reparo está en una libertad montada sobre el pedestal del miedo. La amenaza crece aceleradamente y se expresa en listas, en llamados obligatorios, en la programación ideológica, política, social, educacional, mental. El uso del miedo para imponer el credo ‘revolucionario’.
La sociedad, en principio ve la polarización como un recurso válido. Luego la realidad llevará a muchos opositores a los territorios del mando-poder donde abunda ‘la seguridad’, la tarifa dispuesta por la renta petrolera. Porque este es un totalitarismo petrolero con una cobertura de socialismo positivista del siglo XXI.
Sin embargo, se sigue vendiendo la idea de que ‘sólo la polarización salva’. Porque lo importante es destruir lo que nos queda con juegos como el No y Sí. Por tanto, la inmensa mayoría que hoy está fuera de los focos polarizados corre peligro. Sobre ella puede recaer todo el peso totalitario de los polarizados que ven el enemigo en un colectivo que, organizado, puede tomar actitudes irreverentes y hasta violentas.
Es el enemigo a vencer. Por ello partidos, algunos medios e instituciones fundamentales muestran preocupación por una proposición que no dice ¡insurrección ya! sino organización del colectivo para dar la guerra contra todos los generadores de padecimiento. Sancho, sólo habrá otra historia si el colectivo pone el valor por encima del precio de su miedo.
abm333@gmail.com / http://historiactual.blogspot.com/
En el autori-totalitarismo que nosotros padecemos el miedo tiene un crecimiento sin precedentes. Con el agravante de que aquí, hasta ahora, no abundan los aventureros dispuestos a darlo todo para vencer el miedo y derrotar a quienes hunden cada vez más a este ex-país hasta el punto de ponerlo en el lugar de la máxima destrucción. Una maquinaria de corte fascista está sembrando el miedo en lo más profundo de los seres. En la conducta de todos. La cotidianidad. Es el instrumento de control.
Y no falta, sin embargo, el continuado discurso sobre la supuesta democracia. Pero el reparo está en una libertad montada sobre el pedestal del miedo. La amenaza crece aceleradamente y se expresa en listas, en llamados obligatorios, en la programación ideológica, política, social, educacional, mental. El uso del miedo para imponer el credo ‘revolucionario’.
La sociedad, en principio ve la polarización como un recurso válido. Luego la realidad llevará a muchos opositores a los territorios del mando-poder donde abunda ‘la seguridad’, la tarifa dispuesta por la renta petrolera. Porque este es un totalitarismo petrolero con una cobertura de socialismo positivista del siglo XXI.
Sin embargo, se sigue vendiendo la idea de que ‘sólo la polarización salva’. Porque lo importante es destruir lo que nos queda con juegos como el No y Sí. Por tanto, la inmensa mayoría que hoy está fuera de los focos polarizados corre peligro. Sobre ella puede recaer todo el peso totalitario de los polarizados que ven el enemigo en un colectivo que, organizado, puede tomar actitudes irreverentes y hasta violentas.
Es el enemigo a vencer. Por ello partidos, algunos medios e instituciones fundamentales muestran preocupación por una proposición que no dice ¡insurrección ya! sino organización del colectivo para dar la guerra contra todos los generadores de padecimiento. Sancho, sólo habrá otra historia si el colectivo pone el valor por encima del precio de su miedo.
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